Una necesaria cura de humildad
España se volvió a casa antes de lo que cualquiera de nosotros imaginábamos (en realidad sigue en Sudáfrica para disputar el tercer y cuarto puesto), mucho más cuando descubrimos que Estados Unidos iba a ser nuestro rival en semifinales. Y sinceramente creo que nos lo merecemos por el exceso de confianza de jugadores, técnicos, afición y prensa. En el fútbol no hay rival pequeño y en muchas ocasiones lo olvidamos.
Es cierto que el juego de esta selección, lleno de records, invita al optimismo. Incluso yo les dije a mis amigos un día antes del comienzo de la Copa Confederaciones que el domingo 28 tendríamos que quedar para ver la final. Eso a pesar de la baja de Iniesta, pieza clave en España, el Barça o cualquier equipo en el que jugara (sus ausencias no hacen más que darme la razón sobre mi convencimiento de que hoy por hoy es el mejor del mundo), o la lesión de Silva, el otro Iniesta de la Selección.
Sin ellos dos, España pierde mucho dinamismo y velocidad, tanto en la conducción del balón como en el pase. Pero aun así, pensaba y sigo pensando que tenemos mejor equipo que el resto de participantes, incluida Brasil, y de ahí mi comentario. Luego llegaron las paupérrimas victorias contra Irak y Sudáfrica, el caso Villa y el convencimiento de que este torneo iba a ser un camino de rosas hasta la final, sobre todo cuando Estado Unidos hizo gala de su ’yes, we can’, a pesar de que en algunas páginas web se aseguraba que estaban eliminados tras sus derrotas contra Italia y Brasil.
Pues bien, realmente estaban tan vivos que les metieron tres a Egipto y el efecto Obama hizo el resto: un 3-0 en el gran clásico de selecciones a favor de Kaká y los suyos. Y ante tal sorpresa, daba la sensación de que España iba a jugar contra un equipo de cojos. Grave error. Como dije en los días previos al partido, Estados Unidos estaba mucho más entera físicamente que el resto de selecciones y tiene nivel para complicarle la vida a cualquiera. Dicho y hecho.
La nota positiva es que la cura de humildad haya llegado ahora. También es verdad que hubiera sido mejor perder alguno de los partidos clasificatorios para el Mundial y no en las semifinales de un torneo, aunque sea menor, pero esta derrota nos servirá de lección de cara al futuro: dentro de un año España no mirará al rival, sino a su juego e irá partido a partido. Como en la Eurocopa, porque ése es el único camino hacia el triunfo.
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