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Cuestión de justicia

Cuestión de justicia

Dos noticias han aparecido estos días en los medios y si ambas llegan a buen puerto, me parecerá que el mundo del fútbol habrá dado un pasito más para ser justo. La primera tiene que ver con el propio desarrollo de los partidos. La UEFA ha pedido que ante la lesión de algún futbolista sea el árbitro el que pare el partido, no un jugador tirando la pelota fuera.

Esto no atenta contra el famoso fair play, ya que en la mayoría de las ocasiones los futbolistas se quedan tendidos en el terreno de juego fingiendo una lesión más grave para perder tiempo o cortar una jugada de ataque del equipo rival. Y eso sí que no es juego limpio, sino algo que no se tendría que permitir nunca.

Primero, para no enseñar a los niños que están viendo un partido que vale hacer trampas con tal de obtener un buen resultado. Ya crecerán y se darán cuenta de que a veces tiene que ser así. Segundo, porque me parece una falta de respeto a un compañero, ya que si tira el balón fuera y después todo el mundo se da cuenta de que el que estaba medio muerto estaba fingiendo, su afición, entrenador, presidente y compañeros de equipo se le pueden echar encima.

Me parecería una medida muy acertada porque le corresponde al árbitro determinar si es necesario interrumpir el encuentro para atender a un futbolista. Los señores colegiados cobran mucho y creo que pueden desempeñar también esta función. Supongo que como en el resto de sus tareas se equivocarán y se correrá el riesgo de que un jugador gravemente lesionado no pueda ser atendido en minutos.

Pero ahí aparece el compañerismo. No creo que ningún jugador que vea a otro sangrando, desmayado o con una pierna colgando no advierta al árbitro de la situación para que pare el juego. Pero en el resto de los casos que no sea así. Nadie se muere por una patada ni se queda cojo por una pequeña torcedura de tobillo. Que siga el juego y así habrá cada vez menos tramposos.

La otra noticia es que igual dan un Balón de Oro extraordinario a Maldini por toda su trayectoria. No tiene nada que ver con el premio, que casi con total seguridad se lo darán a Kaká (para mí bastante justo y merecido), sino por el hecho de premiar a un futbolista que no lo ha ganado pero ha hecho méritos suficientes para tener uno en sus vitrinas.

Yo iría más allá. Cada dos años concedería uno. Hasta 1995 sólo lo podían ganar jugadores europeos y el hecho de que voten franceses en su mayoría favorece a unos y perjudica a otros, sobre todo a los españoles. De hecho, el único español en ganarlo fue Luis Suárez y fue en 1960. Ha llovido mucho desde entonces.

Que no tengan un Balón de Oro dos de los más grandes, Maradona y Pelé, es injusto; que no esté en el palmarés el jugador con más Copas de Europa, Gento, es injusto; que no fueran reconocidos dos de los mejores centrales de todos los tiempos, Baresi y el propio Maldini, es injusto; que el mejor lateral de la historia, Roberto Carlos, no apareciera en la portada de France Football con el galardón es injusto; que uno de los mejores delanteros de siempre, Puskas, haya muerto sin uno es injusto; que el máximo goleador de la Copa de Europa, Raúl, sólo haya llegado a conseguir un Balón de Plata es injusto; y que magos como Romario, Laudrup, Garrincha, Schiaffino, Kubala, Zarra, Hugo Sánchez, Iríbar, Cocsis, Fontaine, Vavá, Hurst, Rivelinho, Jairzinho, Neekens, Sócrates, Zico, Lineker, Brehme, Klinsmann, Zoff, Amancio, Schuster, Koeman, Futre, Butragueño, Bergkamp o Mijatovic no hayan tenido el honor de recibirlo es injusto.

Y es injusto porque en ese palmarés aparecen futbolistas menos recordados a lo largo de los años que ellos. Porque al fin y al cabo esto es una votación de periodistas franceses muy subjetiva y muchos años, a mi juicio, se equivocan. Que corrijan sus errores y no echen balones fuera. Cuestión de justicia.

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